Elena Ojeda es la encargada del Comedor y Copa de Leche Los Pibes II, beneficiaria del Banco Alimentario. Todos los lunes y viernes trabaja como voluntaria en el depósito armando los pedidos para otras instituciones como la suya.
Desde hace un año, y ante la imposibilidad de abonar el retiro de mercadería, Elena se dedica a saldar su deuda trabajando como voluntaria en el Banco. Su deuda está saldada hace tiempo, pero en el camino eligió quedarse para siempre.
“Decidí quedarme en el Banco porque me gusta cómo se trabaja, el ambiente”, afirma.
“Además”, agrega: “Me gusta ser solidaria, estar en contacto con la gente que trabaja con los chicos. Yo lo tomo como un trabajo y como una forma de agradecimiento, porque me llevo muchas cosas de acá”.
Elena dice estar agradecida con el Banco no sólo por la cantidad de mercadería que recibe, sino también por la calidad.
“Nos dan mercadería de calidad. Todos los viernes me llevo verdura y la fruta. Y antes los chicos no comían verdura, porque no conseguíamos, ni tampoco conocían lo que era una fruta después de una comida”.
En el año 92, Elena llegó con su marido desde El Chaco para cambiar su destino. Hoy es madre de cuatro hijos y tiene 41 años.
“Yo vengo de El Chaco y por eso trabajo mucho para los chicos, porque sé lo que es tener hambre, andar descalzo. A mí nadie me lo va a contar porque yo lo viví”.
Por eso decidió encargarse, desde hace ya doce años, del Comedor y Copa de Leche Los pibes II, ubicado en 167 entre 32 y 33 de Berisso, y afirma que, como sus hijos son grandes, actualmente se dedica a trabajar pura y exclusivamente para los chicos.
Aunque su nuevo proyecto es finalizar sus estudios en el Centro Integrador Comunitario (CIC), donde funciona su institución.
“Tengo hasta séptimo grado. No terminé la escuela porque se me hacía muy complicado. Iba a una escuela rural y caminaba 5 kilómetros descalza. Una cuadra antes de llegar, me ponía los calzados para que me duren todo el año”.